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River Plate vs.Boca Juniors: folclore, historia y vida

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Buenos Aires, Argentina. (HSI) – “Vamos River carajo, vamos River, somos el más grande de Argentina” gritaba como loco un señor de, calculo 50 años, mientras cruzaba corriendo toda la cuadra de la Avenida Figueroa Alcorta, frente al Museo de River y la gigante estatua de Ángel Amadeo Labruna. Se agarraba la camiseta blanquiroja como quien corre celebrando un gol, ante la extrañeza de los que estaban alrededor.

Algunos se reían y otros sacaban sus celulares rápidamente para grabarlo. Acaba de pasar y lo vi desde mi ventana aquí donde vivo, en el barrio de Nuñez, justo enfrente del Estadio Monumental de River. Pude también estar en el “Banderazo” de la hinchada millonaria previo al partido de ida y fue una fiesta memorable. Tengo el privilegio y la suerte de residir en este país, en esta ciudad, en este tiempo histórico; y encima, de vivir enfrente de la cancha donde se jugará el encuentro definitivo.

Feisal en la Bombonera, casa de Boca Juniors.
Feisal en la Bombonera, casa de Boca Juniors.

Pero también tuve la fortuna de poder visitar la Bombonera el sábado pasado, ayer La Boca, y poder estar este momento único desde las dos caras de la moneda. Lo que se vivió ayer en la casa Xeneize fue realmente espectacular, rozando lo ficticio. 50 mil personas abarrotaron el estadio en el último entrenamiento del equipo antes del partido, y otras miles más se quedaron afuera. Si alguien viene de afuera y le decís que es un entreno solamente, nunca lo creería.

¿Pero por qué es tan importante este partido? Lo voy a tratar de explicar. Dentro del folclore futbolero argentino, a veces hay una sola cosa que puede generar más alegría que la victoria propia: la desgracia ajena. Con esa única y pasional manera que tienen para vivir el fútbol, no es para nada extraña la dimensión que se le ha dado este encuentro. No sé si es el más relevante, pero sí estoy seguro que pasará a la historia por los siglos de los siglos. Por un lado, se enfrenta el orgullo de ambos. El de siempre, el de querer ganarse mutuamente.

Feisal con los fanáticos de River Plate antes de la primera final.
Feisal con los fanáticos de River Plate antes de la primera final.

A eso, sumémosle el contexto, la gran final, por primera ocasión en una Libertadores, la última a disputarse a visita recíproca. Por el lado de Boca, está el fantasma de Marcelo Gallardo que lo persigue a todas partes. Desde que el “Muñeco” firmó con River, derrotó al Xeneize en las citas más importantes. Ganó Sudamericana, Libertadores y lo eliminó de una de ellas. Le arrebató la Copa Argentina y le dio a las “Gallinas” una casta copera que antes no tenía. Se solía decir que River “gallineaba” cuando las papas quemaban, y con Gallardo eso terminó.

Se solía decir que Boca ganaba “a lo Boca”, en referencia a su garra, su empuje, y su chapa conquistada en tiempos de Carlos Bianchi. Y jugando “a lo Boca”, River le ganó muchos partidos en los últimos años. Sin embargo, River tiene en la espalda su mancha más grande de la historia; el descenso a la segunda división de hace siete años. Por más cosas positivas que le hayan pasado al millonario, “esa mancha no se borra nunca más” pregona un cántico de los hinchas bosteros. Y aquí es donde entran en juego los 90 minutos que se disputarán mañana.

La placa que podría colocarse en el trofeo de la Libertadores.
La placa que podría colocarse en el trofeo de la Libertadores.

¿Libertadores mata descenso? Para muchos riverplatenses, sí. Para bosteros, obviamente no. O al menos no lo admiten. ¿Por qué arriesgarse? Y por otro lado, si gana Boca ¿sería un segundo descenso para River? Probablemente sí. Representaría una herida incurable.

Y es aquí donde volvemos a la parte del folclore ya mencionado arriba en este artículo: poder matar dos pájaros de un tiro: ganar la Copa Libertadores al eterno rival y al mismo tiempo alzarse con la gloria, dentro de esa cultura de la burla, o la “cargada”, como le dicen acá. Quién venza mañana tendrá el as bajo la manga en todo debate futbolero hasta el fin de los tiempos; o al menos hasta que se repita otra final de estas (si es que sucede). Y eso, para el hincha de Boca o de River, no tiene precio.

O la del visitante podría ser para campeón.
O la del visitante podría ser para campeón.
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