San Pedro Sula, Honduras. (HSI) – Por Reiner Germer. Aunque esta revista es estrictamente deportiva, hoy haremos una excepción de esas que son obligatorias porque antes de amar los deportes somos CATRACHOS, de esos que amamos y queremos una Honduras mejor.
Guillermo Anderson, nativo de la «Novia de Honduras», La Ceiba, dejó un gran legado en los cuatro puntos cardinales de nuestra amada Honduras que esperamos que las futuras generaciones sepan heredar y multiplicar. Su temprana partida no solo nos deja con lágrimas en los ojos, un maravilloso recuerdo y sin duda una valoración de su trabajo en pro de construir una patria mejor para todos. Su música fue su azadón, su «piocha», su machete de trabajo.
Aún recuerdo cuando llevé a mis hijos en sus tempranos años de vida al Teatro Manuel Bonilla en Tegucigalpa a ver al «Guille» para conocer su trabajo musical basado en la temática de los animales y bosques. Allí disfrute y canté junto a mi nenes el Cusuco y la Caramba que les dejo aquí para que la disfruten.
Aquí no les pondremos su curriculo, ese todos los conocemos. La intención hacer saber el valor que le damos a todo lo que él hizo por nuestro país y dejar claro que su herencia debe seguir creciendo con el pasar de los años. Es lo menos que se puede hacer por todo lo hecho por este hombre enamorado de la tierra que lo vio nacer y aunque estudió en el extranjero, regresó para trabajar desde su patria y para su patria.
Vamos a extrañarte pero tu música sera nuestro bálsamo. Dios disfrute de tu canto en el cielo.
RIP. 1962-2016
