La dura caída de la halterofilia en Bulgaria tras escándalos de dopaje

"¡Vamos, vamos, vamos!". Se desgañitan en un gimnasio de Sofía, pero el peso nunca ha parecido tan grande para los que practican la halterofilia búlgaros en momentos en los que se repiten los casos de dopaje en esta disciplina.
La halterofilia era una de las glorias de la Bulgaria comunista, pero la estrella patriótica ha palidecido hasta límites insospechados: con una mochila de 36 medallas olímpicas (once de ellas de oro), el equipo búlgaro no irá a los Juegos de Rio después de que la Federación Internacional haya excluido al país debido a que once de sus atletas dieran positivo por un anabolizante (estanozolol) en marzo de 2015.
Para los comentaristas deportivos búlgaros, el caso se ha convertido en fuente de bromas frecuentes: "El equipo nacional de dopaje detenido al realizar halterofilia".
Para Diyan Mintchev, uno de los atletas de la selección búlgara, fue una "conmoción": "Te entrenas durante muchos años y todo se viene abajo", explica este deportista de 32 años capaz de levantar hasta 10 veces su propio peso, pero marcado aún por las sanciones de nueve y 18 meses infligidas por las instancias internacionales.
Para enviar una delegación a los campeonatos de Europa de halterofilia, que se disputan esta semana en Noruega, el entrenador nacional Ivan Ivanov ha tenido que llamar a varios debutantes, a los que se han unido tres atletas sancionados que ya han purgado su pena.
"Es un milagro que aún lleguemos a formar campeones", suspira Latchezar Kichkilov, entrenador en Asenovgrad (sur), un reputado centro a 170 km de Sofía.
Este entrenador responsabiliza de todos los males en su deporte a varios años de "negligencia total" y de "falta de financiación" por parte de uno de los Estados más pobres de la Unión Europea.
Los casos de dopaje no son extraños a esa falta de medios: a falta de dinero, imposible probar los indispensables complementos alimenticios, se defienden los deportistas.
- Mejor pagados -
En el caso del estanozolol, los búlgaros se consideran víctimas: el esteroide se descubrió en "una mínima cantidad" en un comprimido que no había podido probarse, según el entrenador nacional, convencido de que la sustancia fue añadida para "hacer caer" a su equipo.
Si han atrapado a los atletas búlgaros es también porque son "reincidentes" y la atención sobre ellos "es mayor", admite Ivanov, medalla de oro olímpica, cuatro veces campeón del mundo, pero también descalificado en los Juegos de Sídney-2000 tras dar positivo en un control antidopaje.
Como respuesta a su exclusión de los Juegos de Rio, el ministerio de Deportes búlgaro ha cortado las subvenciones a la federación de halterofilia, lo que ha empobrecido a su vez a los clubes.
"Si se destruye la base de la pirámide, ¿cómo podemos esperar resultados en la élite?", aseguró Latchezar Kichkilov, entrenador del Asenovgrad, que asegura no haber cobrado ningún salario desde hace diez meses.
El dinero falta para todo, explica este hombre de unos 50 años: desde las ropa de entrenamiento a las vitaminas, pasando por los gastos de desplazamiento para las competiciones.
En el gimnasio, donde los aprendices de levantadores fruncen el ceño ante la violencia del esfuerzo, algunos recuerdos rememoran la gloria pasada del deporte mimado del régimen comunista: trofeos, fotos en blanco y negro, y un busto de Ivan Veselinov, campeón en los años 50 y 60. Una época en la que el dopaje era, ya en aquella época, algo común en los deportistas del bloque soviético.
El último título mundial de Bulgaria en esta disciplina remonta a 2007 y su último título olímpico fue en Atenas-2004. Lo ganó Milen Dobrev, muerto de un infarto a los 35 años en 2015, una muerte prematura que ensombreció aún más la práctica de este deporte y el objetivo de medallas a cualquier precio.
En 2008, Bulgaria retiró a su equipo de halterofilia de los Juegos de Pekín cuando todos sus preseleccionados dieron positivo en los controles.
En 2011, Latchezar Kishkilov intentó el exilio deportivo en Azerbaiyán: Boyanka Kostova, una joven halterófila que le siguió, logró el año pasado el último título mundial para el país. Pero Kishilov asegura que fue tratado de "traidor" en Bulgaria.
"Los buenos resultados volverán a fuerza de trabajo y perseverancia", quiere creer Ivan Ivanov.
En el centro de entrenamiento de Sofía, Nadejda Mey Nguen, de 15 años solamente y sancionada en el caso del estanozolol, medita cuando se le pregunta qué le motiva a continuar, antes de responder: "La voluntad".
rgg / AFP