Campeones del Mundo, Todo en orden


Barcelona, España. | HSI |
El Barcelona continúa brindando justicia por el mundo y le ha devuelto el prestigio perdido a un trofeo que este año estuvo condenado a figurar en una camiseta vulgar, sin color. Los de Luis Enrique suman su tercer Mundialito tras imponerse con relativa facilidad a un River Plate bravo y digno, que aguantó lo que pudo sobre el césped.
Marcelo Gallardo había estudiado los enfrentamientos del Madrid de Mourinho contra el Barça. Dispuso una presión muy adelantada y apostó por frenar a los blaugrana a patadas buscando que alguno de ellos se desquiciara. Solo lo consiguió con Neymar cuando el partido ya estaba decidido.
La táctica de los argentinos funcionó en el primer tercio del partido. El Barcelona estaba incómodo sobre el campo y la pelota no circulaba. Aún y así, River tampoco supo crear ocasiones hasta el punto que hasta el minuto 20 de partido muchos aficionados no se dieron cuenta que quien ocupaba el marco era Claudio Bravo y no Ter Stegen.
Había dudas sobre el rendimiento de Messi en un terreno de juego plagado de argentinos. Pero, una vez más, fue el más listo de la clase y se anotó un gol ilegal ante la única afición del mundo, la argentina, que nunca reclamaría por un tanto marcado con la mano o, al menos, con la ayuda del brazo. Tras su enésimo guiño a Maradona, el messías decidió desaparecer del partido una vez abierto el sendero hacia el triunfo.
Gallardo lo intentó con dos cambios en el descanso pero el Barça quiso dejar bien claro que no había viajado hasta Japón para sufrir. Recién iniciada la segunda parte, Busquets recogió un rechace tras un ataque de River y con un solo pase dejó solo a Suárez ante Barovero. El “killer” charrúa no tuvo una de sus noches más inspiradas y tuvo que contar con la ayuda del portero, que salió de manera pésima, para que el balón entrara en la portería tras rebotarle en la pierna.

Muchos están reclamando reabrir la votación del Balón de Oro para incluir a Suárez en el podio finalista. La gran estafa, de todas maneras, es la no inclusión de Busquets entre los 50 finalistas, una lista donde sí aparece Mascherano. El mediocentro dio una nueva lección de corte, control y entrega. Incluso supo tomarse la justicia por su mano con una entrada criminal sobre Mercado quien llevaba unos minutos dando honor a su aspecto. Ahora mismo, el equipo depende más de Busquets que de Messi.
Tras el segundo gol, el tridente se vino arriba y buscó infructuosamente el gol de Neymar. Pero Suárez y Neymar andaban espesos y Messi simplemente andaba. El tridente generó hasta cuatro ocasiones clarísimas en escasos cinco minutos pero no supo definir, unas veces por exceso de barroquismo y otras por desaciertos vulgares. El partido entró entonces en un peligroso tiempo muerto. River parecía haber bajado los brazos y el Barcelona entrar en una relajación mental peligrosa, como se había demostrado en el último empate en el Camp Nou ante el Deportivo.
Los millonarios intentaron apretar un poco y Luis Enrique empezó a mover el banquillo. El primer cambio, de manual: Sergi Roberto por un desfondado Rakitic. El canterano aportó aire fresco y participó en el inicio de la jugada del tercer gol que remató, esta vez a la perfección, Suárez con la cabeza tras un pase precioso de Neymar.
Con el 3-0, el partido ya quedó sentenciado aunque Bravo tuvo ocasión de lucirse con un paradón ante un gran chut de Gonzalo Martínez. Despejado el peligro de remontada, Luis Enrique tuvo un detalle con el intermitente Vermaelen y le dio minutos. Eso si, previendo una nueva lesión del belga mandó a calentar al lamentable Mathieu. Contra todo pronóstico, Vermaelen aguantó y el francés terminó sustituyendo, en el 88, a un Neymar agotado y negado ante el gol.
En definitiva, segunda copa de la era Iniesta (hoy sublime, de nuevo) como capitán. Levantará una Champions, no hay duda. El Barça cierra otro año glorioso pero no perfecto por culpa de aquella infausta noche de verano en San Mamés que nos privó de la Supercopa de España. El 5 de 6, sin embargo, se antoja igual de satisfactorio ya que así nos ahorramos el estúpido debate sobre si este Barça es mejor que el de Guardiola. Sin olvidar el añadido que le arrancamos el escudo de campeones del mundo al eterno rival.
Desde Barcelona, ya solo nos queda levantar una copa más este año. Una llena de cava con la que les deseamos felices fiestas y un próspero 2016 que empezaremos celebrando el quinto Balón de Oro.