París, Francia. (EFE) – En el añadido, Inglaterra logró de forma justa el gol de la remontada ante una Gales que pagó su menor calidad y su paso atrás. Los cambios de Hodgson, claves. Marcó Bale con la colaboración de Hart, pero Vardy y Sturridge acudieron al rescate.
El fútbol suele reservar ratos de glorias para aquellos que lo intentan. Inglaterra no hizo un fútbol brillante, pero puso más empuje, empeño y determinación que una Gales que tras el tanto de Bale decidió poner una valla alrededor del área de Hennessey.
De vez en cuando también da segundas oportunidades y convierte en aciertos los errores iniciales. Se empeñó el seleccionador inglés con el once de la primera jornada. Resulta que el tanto de la victoria lo fabricaron los tres jugadores que salieron del banquillo.
Inglaterra se pone con cuatro puntos cuando Gales, que ahora tiene tres, ya se relamía con seis en su casillero. Pero los de Chris Coleman, quizá porque son conscientes de que su potencial sólo da para intentar sostener la muralla, pagaron su conservadurismo.
Nadie podrá decir a Gales que no opuso resistencia. Como advirtió Bale, le ponen pasión y arrojo, pero el madridista fue un islote al que de vez en cuando acompañaba el ‘gunner’ Ramsey, decepcionante en Lens. En la segunda parte se le contaron tres acercamientos.
Aun así, el primer golpe fue de Gales. Sterling se disipó cuando lo tenía todo para hacer el 1-0. Minutos después, el madridista Bale lanzó una falta denominación de origen Cardiff que encontró ayuda en el inglés Hart. La mitad roja del Bollaert-Delelis enloquecía.
Hodgson pidió a Vardy y Sturridge que hicieran el trabajo de Kane y Sterling. A los diez minutos de estar en el campo, el delantero del Leicester ponía el empate en el marcador. La primera que tuvo. Le llegó en el área chica y anotó en semi fallo. Reclamaban fuera de juego pero era gol legal.
Inglaterra dio un paso adelante y Gales se limitó a achicar agua. Sturridge también había dado frescura en ataque y Walker empezaba a ser una pesadilla. No obstante, el empate parecía cosa hecha cuando a Sturridge le dio por enfilar el área rival como un kamizake.
Y así llegó el 2-1 para Inglaterra, en el descuento y entre un bosque de célticas piernas galesas y con la cooperación de Vardy y Rashford, otro hombre milagro. Inglaterra obtuvo premio a su intento y Gales se quedó con cara de tonto. La picadura de Bale, esta vez, no fue mortal.
