Una Francia efectiva, deja a una Alemania incapaz fuera de la final
Marsella, Francia. (EFE) – Francia se verá las caras con Portugal en la final de la Eurocopa después de imponerse a una desafortunada Alemania que se topó con un infranqueable Lloris; Griezmann hizo los dos tantos galos.
El atacante del Atlético de Madrid, que comenzó algo impreciso, acabó completando una actuación mayúscula para poner a los suyos a un paso del título. No lo hubiera podido hacer sin la inestimable colaboración de Lloris, que se impuso en el duelo de porteros a Neuer y amargó al equipo alemán con varias paradas de mérito durante todo el partido.
Eléctrica Francia; paciente Alemania.
Apoyados por el excelente ambiente de su público, los galos salieron dispuestos a avasallar a Alemania. Presionaban rápido y salían a la contra en busca de un tanto tempranero que les permitiera hacer eso que tan bien saben hacer: jugar al contragolpe.
Pero tras el fogonazo inicial -gran ocasión de Griezmann desviada por Neuer-, Alemania, mucho más paciente, comenzó a hacerse con el mando del partido. La efervescencia gala se esfumó y los de Deschamps se agazaparon alrededor de Lloris, un muro que comenzó su recital con una espectacular parada a remate de Emre Can.
Alemania tocaba y se divertía y Francia, muy atropellada, perdía el balón tan rápido como lo recuperaba. Löw y los suyos tenían el partido donde querían, pero no contaban con la falta de gol que les ha perseguido durante todo el torneo. Gafado Müller, que lo intentó de mil maneras, los alemanes sólo tuvieron un gran disparo de Schweinsteiger que desvió a saque de esquina de nuevo Lloris.
No supieron aprovechar la enorme superioridad que les dio la banda derecha de Kimmich -¡qué jugadorazo!- durante todo el partido y acabaron resignados a una remontada tras el estúpido penalti de Schweinsteiger en el descuento de la primera mitad.
El del Manchester United saltó con los brazos abiertos ‘a lo Boateng’ y evitó un remate de cabeza de Evra en un saque de esquina. Griezmann lanzó el penalti con más temple que en la final de la Champions y puso a su equipo en ventaja con toda la segunda mitad por delante.
-Nula reacción alemana-
Rotos por el penalti absurdo de su capitán, los alemanes salieron bastante despistados tras el paso por las duchas. Les pudo costar caro, pues primero Giroud se entretuvo demasiado y luego Griezmann no encontró puerta desde dentro del área. Pero el comienzo de la segunda mitad confirmaba el cambio de tendencia: el dominio alemán ya no era tan abrumador y Francia tenía pólvora en su contragolpe.
En uno de tantos, Payet remató flojo a las manos de Neuer, pero los galos ya no iban a avisar más. Pogba se inventó un regate fantástico sobre Mustafi y colgó el balón al corazón del área. Neuer falló y Griezmann, que pasaba por allí, metió la puntera para dar la gloria absoluta a Francia, pues ni el remate de Kimmich que se estrelló en la escuadra de Lloris ni el lanzamiento de falta rozando el palo de Draxler cogieron puerta poco después.
Con semejante ventaja, Francia vivió muy cómoda cerrada en torno a Lloris y el guardameta del Tottenham puso de nuevo la guinda en los últimos instantes para evitar que un cabezazo de Kimmich en el descuento hubiera puesto el miedo en el cuerpo a sus compatriotas.
Sin un fútbol brillante, la anfitriona ya está en la final, que marcará un nuevo duelo por el cetro europeo entre Griezmann y Cristiano.
-Francia es el primer anfitrión que sobrevive a un cruce con Alemania desde el ’66-
Pudo más el influjo de Marsella y, sobre todo, el acierto de Antoine Griezmann. Cincuenta y ocho años después, Francia volvió a derrotar a Alemania en un partido oficial. Medio siglo después de perder la final de Inglaterra’66, los alemanes ya no son los «aguafiestas».
Porque Alemania, hasta hoy jueves, era única para apagar las luces de los anfitriones.
Su hito fue hace dos años, en el pasado Mundial de Brasil, cuando produjo un «Mineirazo» descomunal. Su 1-7 sobre la selección de Luiz Felipe Scolari sumió a todo un país en una profunda depresión y sacudió los cimientos de la Canarinha.
Pero ya antes, Alemania se había especializado en romper los sueños de los locales, preferentemente cuando están a un paso de la final y eso creaba desasosiego en Marsella.
En la Eurocopa de 1972, la víctima fue Bélgica (2-1) y, cuatro años después, la extinta Yugoslavia, derrotada en la prórroga por 4-2, aunque luego vengada por Checoslovaquia y el penalti de Panenka.
España los sufrió en el Mundial del 82. Su derrota (1-2) en la segunda fase -entonces no era eliminación directa sino cuatro grupos de tres equipos- le dejó sin opciones de pasar a la semifinal.
Cuatro años después, en México, los anfitriones cayeron en la tanda de penaltis del partido de cuartos de final, frente a la máquina alemana.
De vuelta a la Eurocopa, Suecia en semifinales en 1992, Inglaterra también en la penúltima ronda del 96 -por penaltis-…el reguero de aficionados desconsolados que iba dejando allá por donde pasaba la «Mannschaft» abarcaba multitud de países.
Hasta que llegó esta semifinal, en el Velodrome, donde Francia no ha perdido más que cuatro de los catorce partidos que ha disputado. Donde se cita una afición «con carácter», en palabras de su entrenador Didier Deschamps.
Fue ahí donde «les bleus» alcanzaron la final del 84, tras un partido épico ganado a Portugal con un gol de Michel Platini en el penúltimo minuto de la prórroga. Un recuerdo aireado durante toda la semana.
Pero en esta ocasión, no hubo que tirar de la épica. Bastó con que apareciese Griezmann. El delantero del Atlético de Madrid, que llegó a la Eurocopa como el «Principito», sale convertido en el «Rey del Velodrome» y amenaza con conquistar París.
