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Momento Olímpico: Un milagro bajo cero, el Estados Unidos-URSS de hockey sobre hielo

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Milagro de 1980 Placid Lake

San Pedro Sula, Honduras. | AGE |

Lo ocurrido entre Estados Unidos y la URSS en el torneo de hockey sobre hielo de los Juegos Olímpicos de Invierno de Lake Placid 1980 podría haber sido un mal guión hollywoodense. Se vieron las caras dos polos opuestos, tanto afuera como adentro de la cancha. Por un lado los poderosos y súper profesionales soviéticos, candidatos por escándalo a ganar el oro. En el otro extremo estaban los estadounidenses, un equipo universitario que llevaba todas las de perder. En lo que se denominó como Milagro en el Hielo, no sólo es considerado el hecho deportivo más importante de nación norteamericana, sino también fue uno de los momentos más álgidos de la Guerra Fría.
Corrían los primeros meses de la década del 80 y Estados Unidos salía de los duros y complicados años 70, que quedaron marcados a fuego por el cimbronazo sufrido en la Guerra de Vietnam, el escándalo del Watergate y los problemas de inflación, desempleo y energía, habían calado hondo en la sociedad. Además se sumaba un recrudecimiento de la Guerra Fría por la invasión de la Unión Soviética a Afganistán. Por esto último, el presidente Jimmy Carter ya barajaba la idea del boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú de ese mismo año, que finalmente se concretó.
Dentro de este contexto y siempre con la bipolaridad imperante en ese momento como fondo, se desarrollaron en febrero de 1980 los Juegos Olímpicos de Invierno, que por segunda vez en la historia llegaban a Lake Placid, un tranquilo centro de ski ubicado en el estado de Nueva York. La anterior vez que había acogido esta sita había sido en 1932.
La versión invernal de los Juegos Olímpicos se disputó por primera vez en Charmorix (Francia) en 1924 y por lo general se realizaban meses antes a los de verano, lo que los dejaba relegados a un plano secundario. A partir de Lillehammer (Noruega) 1994, obtuvieron la independencia y desde ese momento han mostrado un crecimiento sostenido en sus últimas ediciones.

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En esta pequeña ciudad, Estados Unidos y la Unión Soviética iban a medir una vez más sus fuerzas en un evento deportivo y cuyo epicentro fue el encuentro clave por la medalla de oro en el certamen de hockey sobre hielo, que tuvo un resultado que absolutamente nadie esperaba.
La gran pregunta que se hacía la prensa y la gente era quienes quedarían por debajo de la invencible URSS. Los números previos así lo demostraban. Desde 1954 no había bajado de ningún podio mundialista. Solo estuvo ausente en 1962, cuando no se presentó. A nivel olímpico ganó su primer oro en Cortina d’ Ampezzo 1956. A partir de ahí hilvanó una racha que comenzó con un bronce en Squaw Valley 1960 y se prolongó hasta Innsbruck 1976 con 4 oros consecutivos.
Hasta los mismos estadounidenses reconocían que era imposible vencer los soviéticos. “A menos que el hielo se derrita, o que Estados Unidos u otro equipo tenga una actuación milagrosa como la escuadra americana en 1960, los rusos esperan ganar fácil el oro por séptima vez como en los últimos 7 torneos”, escribió en The New York Times Dave Anderson. Para colmo, tres días antes del comienzo de los Juegos Olímpicos, la selección local, en su último amistoso de preparación, sufrió en carne propia el poderío de la URSS porque perdieron en el Madison Square Garden por un estrepitoso 10-3.
Como era de esperar, la URSS superó la primera instancia fácilmente goleando en todas sus presentaciones. Estados Unidos, en cambio, finalizó segundo en su grupo por diferencia de gol detrás de Suecia, con el que había empatado. El fixture de la segunda instancia indicaba que en la primera fecha se tendrían que ver las caras los anfitriones con el tetracampeón olímpico, bicampeón del mundo y que llegaba con un invicto de 21 partidos en Juegos Olímpicos sobre sus espaldas.
Ese 22 de febrero fue el día D. Quienes colmaron el Olympic Center estaban imbuidos en un fuerte fervor patriótico. El canto de  “God Bless America” (Dios bendiga a Estados Unidos) retronaba en todo el estadio. El comienzo fue con lógica. Aleksei Kasatonov anotó el primer gol para la visita. La reacción local no se hizo esperar por lo que un rato más tarde Buzz Schneider igualó las acciones. De la mano de Sergei Makarov la URSS se adelantó nuevamente. Antes del final del primer período de los 3 que componen un partido de hockey sobre hielo, Dave Christiansen niveló en 2. Ya a esta altura era una sorpresa que esos mismos jugadores que habían sido vapuleados en la Gran Manzana ahora le jugaban de igual a igual a ese súper equipo.

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Con un Power Play a su favor, es decir, Estados Unidos estaba con 1 jugador menos por sanción, los defensores del título volvieron a ponerse arriba ahora con un gol de Aleksander Maltsev. Estaban 3-2 y sin saberlo ese fue el último tanto convertido por la URSS. Mark Jonhson empató nuevamente cuando todavía quedaba mucho por jugar. Pocos creían lo que veían y todavía faltaba lo mejor. Promediando la tercera etapa el capitán Mike Eruzione se convirtió en el héroe. Recibió el disco y desde larga distancia remató. Nadie sabe cómo ni por donde pasó el implemento, pero lo cierto es que la valla roja había sido vulnerada por cuarta ocasión. Por primera y única vez el conjunto de las bandas y las estrellas estaba adelante.

A pesar de las bajas temperaturas que indicaban los termómetros, el estadio era una caldera. Los soviéticos se encontraban en una situación inédita. Estaban perdiendo y no tenían ideas para tratar de empatar, mientras que su rival se defendía como podía. A falta de pocos segundos para el final el relator de la ABC Al Michael inmortalizó para siempre la frase que quedó grabada a fuego en el imaginario popular del país norteamericano: “Do you believe in miracles?” (Crees en milagros).
Los soviéticos, todos miembros del Ejército Rojo, se miraban las caras unos a otros sin entender que estaba sucediendo. Entre lágrimas los jugadores ganadores tampoco comprendían lo que ocurría. El entrenador Herb Brooks, padre de la criatura y elevado a categoría de semidiós, se retiraba de la cancha raudamente sin ningún gesto de alegría.
Dos días mas tarde los locales debían ganarle a Finlandia para confirmar el oro. Tuvieron que sufrir porque comenzaron perdiendo. El encuentro fue muy duro ante una nación con mucha tradición en el hockey sobre hielo y que buscaba subir al podio. Estados Unidos ganó 4-2 y se colgó una de las medallas doradas más inesperada de la historia olímpica. La URSS se quedó con la plata y el bronce fue para Suecia.
Tras el clásico las imágenes de los jugadores ganadores abrazándose se multiplicaron por miles en todos los diarios, revistas y canales de televisión. Habían conseguido lo que Sports Illustrated y ESPN años más tarde calificarían como el hecho deportivo más importante del siglo. No son pocos los que afirman que la derrota del Dream Team en el Mundial de básquet de Indianápolis 2002 a manos de Argentina es comparable con este hecho aunque, claro esta, sin el trasfondo político.
La mayoría de los integrantes de ese plantel fueron incorporados a franquicias de la National Hockey League (NHL), en algunos casos logrando hacer historia también en la liga más importante del mundo. Los soviéticos, por su parte, fueron ignorados en su país. Pravda, el matutino oficial del partido Comunista, no publicó ninguna crónica sobre lo sucedido en Lake Placid. Ya cuando el régimen estaba en plena decadencia muchos de aquellos miembros de la selección de la URSS, varios considerados leyendas del hockey sobre hielo, se fueron a jugar a la NHL para finalizar sus carreras y juntar algunos dólares.
En 2002 los Juegos Olímpicos de Invierno tuvieron como sede la ciudad de Salt Lake City, capital del estado de Utah. Todos los que participaron del Milagro en el Hielo fueron los encargados de encender la Llama Olímpica. Al año siguiente Brooks, convertido en una de las personalidades más respetadas de Estados Unidos,falleció a los 66 años en un accidente automovilístico. Todo el país lo lloró. Actualmente el estadio donde se disputó el encuentro lleva su nombre.
Como no podía ser de otra manera este hecho no fue pasado por alto por la industria del cine. En 1981 salió al aire el largometraje para televisión Miracle on Ice. A la pantalla grande llegó en 2004 con Miracle. Kurt Russell interpretó a Brooks y también se incluye el relato original de Michaels. En 2001 HBO produjo el documental Do You Believe in Miracle?
En Sarajevo 1984 y en Calgary 1988 la URSS conquistó nuevamente el oro. También lo retuvo en Albertville 1992, pero lo hizo bajo el nombre de Equipo Unificado. Estados Unidos desapareció de los podios olímpicos y recién volvió en Salt Lake City cuando perdió la final con Canadá, por lo que el Miracle on Ice sigue siendo el último campeonato olímpico en el hockey sobre hielo, lo que hace agrandar aún más lo que va camino a convertirse en un mito.

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