Colonia, Alemania. (Agencias) – Robert Enke, incapaz de superar una terrible depresión, sucumbía a la oscuridad y se lanzaba a las vías del tren para terminar con su vida. Alemania lo lloró y aún hoy cuando se recuerda ese terrible 10 de noviembre, los germanos lloran por una de sus estrellas que se apagó.
Para honrar su memoria 10 años después, se ha organizado en Hannover un evento con el lema “Robert Enke – incluso los héroes tienen depresión”, donde se proyectarán imágenes de una película con el mismo nombre. “El título debería recalcar que es algo que puede afectar a cualquiera”, explicó la viuda de Enke, presidenta de la Fundación Robert Enke, en una rueda de prensa en Hannover previa al aniversario.
Nadie alcanzaba a entender cómo el portero que solo dos días antes había defendido como cada domingo desde hacía cinco años la meta del Hannover 96, y que se perfilaba como el titular de la Mannschaft para el Mundial de Sudáfrica había podido hacer algo así. Menos aún en Alemania, tierra de triunfadores. Pero como todo en esta vida, nada sucede por casualidad. Y la decisión de Enke no iba a ser la excepción.
Su pasión era el fútbol, y desde bien pequeño comenzó a jugar en el equipo de su barrio, el SV Jenapharm, donde a los 9 años le ocurrió una de esas cosas que marcarían su vida. El portero de su equipo emigró a Rusia, y su entrenador decidió probar al bueno de Robert Enke bajo palos. Y fue todo un descubrimiento. Valiente, sin miedo al balón, y con unos reflejos extraordinarios, Enke encontró su sitio, y sus habilidades no pasaron desapercibidas para el club más grande de su ciudad, el FC Carl Zeiss Jena, que decidió incorporarle, y con el que con solo dieciocho años debutó en la segunda división alemana un 11 de noviembre de 1995, curiosamente ante el filial del club en el que una década después viviría sus mejores años bajo palos, el Hannover 96.
«Me horrorizaba pensar en el partido del fin de semana. Me horrorizaba pensar que el sábado había partido. Porque sé que en esos 90 minutos lo voy a pasar fatal. Tú ves a compañeros que están siempre riendo, gente alegre que va a jugar un partido de fútbol…y yo era incapaz. El sufrimiento que sentía era tal que continuamente me imaginaba otro tipo de vida, me imaginaba ser un jugador y no un portero». Estas declaraciones no son de Robert Enke. Son de Víctor Valdés, uno de los mejores guardametas españoles de las últimas décadas.
Marcado por su extrema exigencia consigo mismo y culpándose a sí mismo por sus humanos (para él, imperdonables) errores, sus nefastas experiencias en Barcelona y Estambul, y el fallecimiento de su hija, Enke, amante de los animales, se quitó la vida martirizado por una depresión que le perseguía desde hacía casi diez años, pero que el mundo conoció de boca de su viuda al día siguiente de su muerte. Lo tenía todo: una profesión inmejorable, dinero, salud, familia, amigos, y opciones más que reales de defender a su patria en la Copa del Mundo. Pero sus taras habían engullido a sus virtudes. Su constante temor al fracaso prevaleció sobre sus ganas de seguir viviendo, y decidió llevar a la práctica el acto más cobarde, pero a la vez más valiente, que un ser humano puede cometer.
Enke fue muy autocrítico y la depresión que lo persiguió acortó su vida radicalmente. Tras su muerte, su anterior equipo Hannover, la Federación de Fútbol Alemana (DFB) y la Liga de Fútbol Alemana (DFL) fundaron la Fundación Robert Enke. Su viuda Teresa está muy involucrada en la organización, que lleva a cabo proyectos para ayudar a las personas que sufren de problemas de salud mental, así como para apoyar a niños con problemas de corazón.
La fundación ha contribuido a facilitar a futbolistas profesionales el acceso a psiquiatras y terapia, mientras que también ha ayudado a que se sea más consciente del tema y ha proporcionado apoyo a través de visitas a escuelas y la creación de una aplicación para smartphone. Este año también ha elaborado el diseño de una corta experiencia de realidad virtual, cuyo objetivo es dar a la gente una idea de los síntomas que pueden padecer los más de 4 millones de personas que sufren depresión en Alemania.
“El problema se ha vuelto más acuciante en la sociedad, cada vez se habla más del tema. Estoy muy orgullosa de lo que hemos logrado en estos 10 años”.
Teresa Enke.
