Real Madrid, un proyecto sin proyecto y un plan sin ningún plan: el resumen de la Casa Blanca
Madrid, España. | Agencias |
Para los seguidores de Real Madrid, los últimos años, especialmente los que se viven con Florentino Pérez al frente de la institución más grande de España, ha sido una verdadera tortura. Un examen a la paciencia. Una prueba de amor a la camiseta blanca.
Óscar Campillo, periodista de Marca, ha escrito un artículo muy acertado sobre la gestión del presidente merengue y como trabaja el club alrededor de él sin este tener un proyecto que no sea él mismo y lo que es peor aun, con un plan que realmente no es un plan. Excesivo? No hay duda que el poder absoluto corrompe y ese es el caso de Pérez, quien parece hacer del Real Madrid su cocina. El lugar donde él cocina su ego sin justificación alguna, porque su éxito deportivo medido con el de sus rivales, FC Barcelona y los grandes de Europa, es raquítico, ínfimo, mínimo y aterradoramente derrumbante de la historia del club mas laureado de fútbol hasta antes de tomar él las riendas del mismo.
Como Campillo acertadamente analiza, El plan del Real Madrid es que no hay plan (deportivo), como el proyecto consiste en que no hay proyecto. El director deportivo es Florentino Pérez. El mismo presidente del Real Madrid lo proclamó en la penúltima entrevista con el director del Larguero, José Ramón de la Morena. El plan es Florentino Pérez. El proyecto también. A este paso también será el entrenador. Diez ha contratado en sus dos etapas en la Presidencia del Real Madrid desde aquel aciago día en que destituyó a Vicente del Bosque por una confusa mezcla de evanescentes razones. Dos Ligas y las Champions octava y novena conquistó el técnico salmantino en casi cuatro temporadas, pero el presidente del Madrid prescindió de sus servicios para embarcarse en un delirante carrusel de entrenadores. 11 en doce años y unos meses al frente del club.
Sigue diciendo Óscar con buen tino, que Del Bosque, que no fue firmado por Florentino Pérez, sino por el expresidente blanco, Lorenzo Sanz, además de Queiroz, Camacho, García Ramón, Luxemburgo, López Caro, Pellegrini, Mourinho, Ancelotti, Benítez y el último por ahora, Zidane son los nombres que engrosan esta lista de DTs dirigiendo al Madrid en estos doce años fatídicos. Cada uno de su padre y de su madre, de la casa o no, poco, mucho o nada conocidos, ex jugadores relevantes o intrascendentes, entrenadores con experiencia o sin ella… Sólo un común denominador: Florentino Pérez.
Él es el Madrid. Una brillante gestión económica y una más poco menos que calamitosa trayectoria deportiva: 3 Ligas de 12 posibles, dos de ellas conseguidas con Del Bosque. Dos de 12 Copas del Rey y otras dos Champions, una de éstas también con Del Bosque en el banquillo.
La huida hacia ninguna parte continúa. Cayó Ancelotti cuando contaba con el beneplácito del vestuario y de la afición, la Décima y una Copa del Rey mediante, y cae Benítez sólo 42 días después de proclamarle como la solución en una solemne comparecencia pública en el Palco de Honor del Bernabéu.
Es el turno de Zidane. Una operación arriesgada, pero con posibilidades. El francés es una leyenda del fútbol y una gloria del Madrid por aquella hermosa, inverosímil y técnicamente perfecta volea que en la noche del 15 de mayo de 2002 dejó boquiabiertos a los aficionados que abarrotaban Hampden Park en Glasgow. Fue la Novena del Madrid.
Cuenta de entrada con una ventaja relevante: el respeto de los jugadores. Es uno de los grandes. No en vano luce los títulos de campeón del mundo y de Europa con la Selección de Francia amén de otros muchos. Hay pocos jugadores de época y él es uno de ellos. Su experiencia como entrenador, sin embargo, es inversamente proporcional a la que luce como futbolista. Escasa, limitada al filial blanco, y controvertida.
También soplan a su favor el viento de la descomunal calidad de la plantilla que hoy empieza a entrenar en su primer gran desafío como técnico, colosal, el conocimiento de los jugadores, a muchos de los cuales entrenó como segundo de Ancelotti, y su experiencia junto al propio «Carletto». Por si todo ello fuera poco, le acompañan las ganas y el amor propio de los jugadores, hartos de Benítez desde el primer mes de su breve y turbulenta etapa al frente del vestuario blanco.
Algo habrá aprendido del naufragio de su predecesor y de su incompetencia para lograr la complicidad del vestuario.
