Michigan, Estados Unidos. (EFE) – Disputado encuentro el que enfrentó en Detroit a Real Madrid y Chelsea, y que se llevaron los blancos gracias a una primera mitad de gran fútbol, sin errores, intachable. El Chelsea, en cambio, fue de menos a más y terminó acorralando a su rival, pero se quedó sin tiempo para al menos empatar el juego, donde los españoles casi estaban pidiendo el tiempo.
El partido arrancó con gran intensidad por parte de ambos equipos, dispuestos a dejarse la piel en el terreno de juego para agradar a sus respectivos entrenadores y a los aficionados que llenaron las gradas del Michigan Stadium de Ann Arbor, Detroit.
Sin embargo, pronto se evidenció que el Madrid era superior, muy superior a su rival. Y que la defensa del Chelsea deja mucho que desear. Y que Marcelo es el jugador más en forma del Real Madrid por el momento.
La banda izquierda blanca comenzó a generar más y más peligro sobre el área ‘blue’, y el gol no tardó en llegar. A los veinte minutos de juego se internó desde el pico del área al semicírculo Marcelo y soltó un zapatazo que se coló en el fondo de las redes. Rozó en un rival y despistó e Begovic, quien nada pudo hacer.
No terminaría ahí el asedio. Algo más de cinco minutos más tarde fue de nuevo Marcelo quien, tras robar un balón en campo propio a Aina se plantó de nuevo en el área con pared incluida, y fusiló a Begovic por su palo corto.
No habíamos llegado a la media hora de juego y el Madrid ya ganaba por dos goles a cero. Y sin atisbo de reacción por parte del Chelsea.
El tercero se demoró un poco, pero llegó antes del descanso. Mariano, el canterano que a base de golazos terminará haciéndose un hueco en el primer equipo, se sacó de la chistera un duro disparo que batió por tercera vez a Begovic.
El descanso salvó al Chelsea de un castigo mayor. Tras éste, los cambios. Mientras el Madrid se cargaba de canteranos (y Danilo), el Chelsea empezaba a meter a sus estrellas. La nota diferencial la puso Eden Hazard.
El belga cambió el partido. Eran sus primeros minutos tras la Eurocopa y está fresco como una lechuga, y se merendó como quiso a la zaga blanca y a su portero, Yáñez, quien pecó de inexperiencia en los dos goles.
Porque en ambos se quedó a media salida, dudó y lo pagó. Porque Eden Hazard no perdona.
El Real Madrid terminó encajado en su área, y el pitido final evitó el empate que parecía inevitable. El mismo pitido que salvó al Chelsea de irse al descanso goleado evitó que viéramos más tantos esta noche. Al final, victoria blanca y tres puntos que suma a su casillero.
