El Blog de Jaume: RCD Espanyol – FC Barcelona: Perico a la cazuela
Mallorca, España. | HSI |
Desenlace algo descafeinado de la trilogía de enfrentamientos entre el campeón del mundo y el segundo equipo de la vecina localidad de Cornellà. Luis Enrique quiso desactivar el tono de pelea callejera de las dos contiendas anteriores y dejó fuera a Piqué y a Neymar, los elementos elegibles más díscolos del equipo y previsible foco de la ira barriobajera de la afición del Espanyol. Desde el banquillo, el central más odiado tuvo que aguantar una enorme pancarta con el lema “Shakira somos todos”, nueva muestra de la falta de clase de los pericos, como si no hubiera argumentos para meterse con él sin recurrir a su esposa.
En el campo, los blanquiazules intentaron repetir el esquema de los dos enfrentamientos anteriores: presión y patadas. Esta vez, sin embargo, los culés supieron alienarse del clima de sobreexcitación reinante y, al trote, aguantaban el empate de manera desganada.
Al Messías esta vez le dio por jugar de asistente. Un pase suyo medido con precisión de relojero dejó a Munir solo ante el desconocido portero suplente del Espanyol de quien el canterano se zafó con clase. Merecido ejercicio de humillación al llevarse la victoria con dos goles de uno de los peores jugadores de la plantilla.
Con el 0-1, el Barcelona mantuvo su guión y solo algunas pinceladas de impotencia del Espanyol amenazaron con regresar a la dinámica de la ida. La peor parte se la llevó Ter Stegen, atropellado de manera rastrera por Caicedo. El alemán, muy sobrio, se cobró su venganza en la jugada siguiente sacándole una mano imposible cuando el ecuatoriano intentaba hacerle una vaselina.
El atractivo del partido pasó a la grada donde los aficionados seguían opositando a un concurso imaginario de ingenio. La gracia más elaborada resultó ser un plagio de una célebre pancarta aparecida en el Bernabéu que glorificaba el vil pisotón de su arquero titular a D10s en la ida.
En ausencia del venerado Pau López, fue el capitán, un tal Álvaro, quien intentó sellar de caricias los tobillos, e incluso la entrepierna, del más grande enano de todos los tiempos. Pero como la nueva entrega de Star Wars, el espectáculo dejó una insulsa sensación de refrito, de algo ya visto y servido con menos gracia.
El fin de la eliminatoria deja a cada equipo en su sitio. El Barcelona avanza una ronda más en Copa con el panorama muy favorable tras la ridícula eliminación del rival de verdad. El Espanyol, satisfecho tras encajar seis del Madrid y habernos robado dos puntos en la Liga, tiene unos meses para prepararse para su gran reto de la temporada: jodernos otra Liga. El calendario establece un nuevo derby metropolitano en la penúltima jornada de este campeonato tan incierto y de previsible final ajustado. El recuerdo del “Tamudazo” todavía está presente en las pesadillas de muchos culés aunque este Barça de Luis Enrique no se parece nada a aquel aletargado e indolente equipo de Rijkaard.
El regreso de la tensión a los partidos con el Espanyol ha sido la primera buena noticia de 2016 tras años de goleadas sin emoción. Esta vez el perico salió bravo. Pero acabó en la cazuela, como siempre.
