El Milan vuelve a tocar el cielo. Tras cinco años navegando por los infiernos, el equipo de Montella conquistó la Supercopa de Italia e igualó a títulos a una Juventus que claudicó en la tanda de penaltis tras un partido intenso y con ocasiones para ambos conjuntos.
Doha disfrutó de una final intensa, con intercambio de golpes y de dominio alterno. El campeón de Italia se topó con una Roma que no quería volver a desperdiciar la oportunidad de levantar un título. La espinita de la pasada ‘Coppa’ estaba ahí y entre Donnarumma y Pasalic portaron los alicates para arrancarla del pecho en una tanda de penaltis que termina de consagrar al guardameta, precisamente ante una leyenda como Buffon.
Golpeó primero la Juventus por medio de Chiellini, que cabeceó espléndidamente un córner botado por Pjanic. El gol parecía terminar con la resistencia del Milan, pero Suso sacó su guante a pasear para conectar con Bonaventura y firmar el empate pocos minutos después.
Gianluigi Donnarumma se convirtió en el héroe de la final. Foto AFP
Tras el 1-1, el intercambio de golpes y de ocasiones fue casi constante. Bacca, Higuaín, Dybala, Suso… todos se toparon con Buffon y Donnarumma, que elevaron su duelo a otro nivel.
Y como si el destino les tuviese preparada la batalla, el duelo terminó camino de los once metros. El punto fatídico, el que ilumina a porteros y señala a futbolistas. Buffon vs Donnarumma, el mejor cierre para este 2016.
Dio primero Buffon, cuya sombra empequeñece cualquier portería. Y le ganó el duelo a Lappadula. Demasiada veteranía para una ‘paradinha’. Ahí cavó su tumba el ‘rossoneri’.
Pero Donnarumma es otro que empieza a infundir respeto, y Mandzukic la estampó en el larguero sin contemplaciones. Tanda abierta e intercambio de buenas definiciones. Hasta el cuarto penalti turinés.
Dybala, que había perdonado el triunfo en la prórroga, se volvió a topar con los reflejos de un portero que está destinado a ser el más grande del planeta fútbol. Paradón a mano cambiada ante el zurdo argentino, qeu acabó entre lágrimas.
Las sonrisas las puso Pasalic, al que no le tembló el puso para poner en la escuadra el balón que convertía al Milan en Supercampeón de Italia. 5 años después, las bandas ‘rossoneras’ decoraban un título. Demasiado tiempo para un grande que empieza a resurgir de sus cenizas y que en Doha volvió a tocar el cielo con las manos.