Madrid, España. (EFE) – El Real Madrid no dio pie a la sorpresa y se impuso con claridad a un Nápoles más preocupado de defender que de jugar tras el gol de Insigne que enmudeció al Bernabéu.
En el Bernabéu no hay lugar a las sorpresas. Desde la llegada del técnico galo, el equipo ha convertido el templo blanco en un fortín que nadie osa profanar. Al menos, en la Champions League.
Y eso que el Nápoles, al que se le presumía un poderío ofensivo grande, se adelantó en el marcador después de una pérdida de Varane. Hamsik encontró a Insigne y el italiano se aprovechó de la mala colocación de Keylor para sorprenderle desde lejos.
0-1 y vuelta a empezar para un Real Madrid al que le tocó remontar. Hasta de tres ocasiones dispuso Benzema para hacerlo, pero ya se sabe que el francés no está con el punto de mira afinado en los últimos tiempos.
Tras desesperar a un Bernabéu bastante paciente esta vez, el ariete logró empatar en una acción en la que Carvajal centró con una clase tremenda y Reina se quedó demasiado colgado del larguero.
Acto seguido se vieron las verdaderas intenciones de un Nápoles que, sorprendentemente, se «italianizó» en el Bernabéu. Los de Sarri ya no fueron ese equipo vivo y con un tremendo poderío ofensivo de la Serie A. Dejaron que pasaran los minutos como conscientes de que por el mero hecho de marcar tenían la eliminatoria encarrilada.
Y el Madrid, que es mucho más experimentado en Europa, fue comiendo bocado a bocado la moral a los italianos. Todavía antes del descanso, Benzema estuvo a punto de hacer el 2-1, pero la gloria estaba reservada para otros esta noche.
-Kroos devuelve la calma-
No cambió demasiado el guion del partido tras la reanudación. El Nápoles seguía contento con el tanteador y el Madrid necesitaba goles que llevarse de ventaja a Italia. Así, sólo podía pasar una cosa: que los blancos remontaran.
En el enésimo error de un Koulibaly al que le vino grande el partido, Cristiano ganó línea de fondo y puso el pase atrás para Kroos, que colocó con sutileza lejos del alcance de un ‘vendido’ Reina. Primer bocado.
El segundo llegaría poco después, con una espectacular volea de Casemiro que fue imposible para el ex portero del Liverpool y que dejó boquiabierto al Bernabéu.
