Liverpool gana en Anfield y hace el milagro ante un gran Dortmund
Liverpool, Inglaterra. | EFE |
Qué noventa minutos. Qué partidazo. No importa que no jugase su equipo, usted hoy ha presenciado una obra maestra del fútbol. Liverpool y Borussia de Dortmund han jugado el mejor partido de la temporada, quizá no por fútbol, pero sí por emoción, Por cierto, ganó el Liverpool.
El Liverpool debía defender la pírrica ventaja que otorgaba el empate a uno cosechado en el Signal Iduna Park, pero muy pronto se topó con un Borussia de Dortmund que tuvo en sus filas al Aubameyang más eficaz, en lugar del fallón de hace siete días.
Cinco minutos necesitaron los de Tuchel para ponerse por delante, y nueve para duplicar la ventaja. O lo que es lo mismo, en menos de diez minutos el Liverpool pasó de estar clasificado a necesitar tres goles para pasar.
El Borussia de Dortmund aprovechó una y otra vez los errores del Liverpool a la hora de dar salida al balón, y mató el partido a la contra. En dos ocasiones.
Pero 90 minutos en Anfield pueden ser muy, muy, muy largos, como bien comprobaron en sus carnes los pupilos de Tuchel.
Con el 0-2 se marcharon al descanso, y a buen seguro que Klopp dijo algo a los suyos que cambió el partido para siempre. Si en la primera mitad vimos a un Liverpool que fue de menos a más, en la segunda parte salió enchufadísimo, ante un Borussia igual de intenso.
Sin embargo, en cuatro minutos Origi anotó el primero para los suyos. Primeras dudas en el Borussia de Dortmund, que veía como en el primer error llegaba el gol.
Anfield se vino arriba, animó como hacía tiempo que no animaba, y llevaba en volandas a los suyos. Sin embargo, llegó Marco Reus para anotar un golazo a pase de Hummels, rompiendo a toda la defensa, y se hizo el silencio.
Quedaba media hora de partido, y la eliminatoria parecía sentenciada. Pero… Esto es Anfield.
Philippe coutinho acortaba distancias diez minutos más tarde, tras una pared en la frontal con Milner, y Sakho, horroroso en la primera mitad, puso el empate en el marcador cabeceando un córner a falta de diez minutos para el final del partido.
Con el partido empatado pasaba el Borussia, pero no supo encontrar el temple necesario. El Liverpool estaba volcado arriba, con la intención de matar o morir en el intento. El partido estaba claro que iba a a quedar 4-3 o 3-4.
Sin embargo, los minutos pasaban. Los alemanes sufrían. Los ingleses sufrían. Hasta usted, que nada tiene que ver con el partido, sufría viéndolo, empatizando con afición y jugadores. Y entonces ocurrió.
Schmelzer hizo una falta escorada, muy lejana para ser chutada a puerta, pero ideal para colgar al área. Estabamos en el 91 de los 94 minutos que se iban a jugar.
Jugada ensayada: la recoge Origi, que se escora. Parece que la va a perder el belga, pero se rehace y pone un centro al área que cabecea a gol Lovren. Anfield atrona. Lovren corre a la banda. Los jugadores del Liverpool estallan de alegría. Estaba hecho, lo que hace media hora parecía una quimera, se había cumplido.
Klopp, que celebró con rabia todos y cada uno de los goles, estaba impasible. Como si estuviera viendo una película cuyo final adivinaba. No había tiempo para más. O sí…
Un falta a segundos del final contrajo Anfield. ‘The Kop’ calló por un instante. Gündogan estaba frente al balón. Barrera de cuatro, y todo el Borussia en el área. Chuta directo y se marcha lamiendo el poste. Final.
Se había logrado, el Liverpool, semifinalista, remontando algo que parecía imposible. Que nadie que no fuera del equipo hubiera firmado. Un partido espectacular, de los que hacen historia. El espíritu de Estambul resurgió.
