Más de un millar de surfistas se enfrentan cada año a las olas heladas en la Islas Lofoten, un archipiélago al norte de Noruega, cerca del Ártico, incluso en invierno, donde los deportistas extremos aprecian un decorado único en el mundo.
En la playa de Unstad, donde se pueden ver algunos de los paisajes más bellos de Escandinavia, el calor de la Corriente del Golfo ofrece todo el año un agua sin hielo.
En los fiordos, las laderas de las montañas cubiertas de nieve forman un decorado de colores fríos, con un cielo cambiante, la espuma y un oleaje cristalino.
En esta época del año, el mar de Noruega está a 5º, mientras que la temperatura del aire ronda los 0º, con un viento que castiga a menudo.
Los surfistas se visten con una combinación integral con capucha, de 5 a 7 mm de grosor según los modelos, más unos botines y unos guantes del mismo tipo.
«Es un surf de aventura, y en el Ártico, una experiencia completamente diferente a otros lugares. Surfear aquí es más que una misión. Con el frío uno no se puede contentar con ponerse la combinación y surfear un poco: hay que estar bien preparado», comenta Tmmy Olsen, proprietario del Unstad Arctic Surf, pionero de esta ‘locura’.
El punto culminante de este «comercial» del norte del Círculo Polar Ártico es la combinación entre las olas de la fachada oeste de Europa y el relieve de la costa rocosa en la que rompen.
Este decorado atrae a los escandinavos, que juegan en casa, y a apasionados de este deporte en todo el mundo, amateurs y profesionales, que durante un mismo día pueden surfear y esquiar.
En lugar de toparse con tiburones, el tradicional peligro de los surfistas en aguas tropicales, las Islas Lofoten ofrecen la posibilidad de surfear junto a las focas y divisar orcas.
Y, con un poco de suerte, aprovechar el ambiente único que ofrecen las auroras boreales.
rgg / AFP
