Anaheim, Estados Unidos. (HSI) – El acosado bullpen de los Giants respondió permitiendo solo una carrera en cinco entradas estelares. ¡AL FIN! Resultados que alegran la bahía.
Trevor Cahill, un veterano de los Giants sacó la cara por un equipo señalado por tener un bullpen de «A». Es más de lo que los mismos Giants esperaban de él, especialmente si se tiene en cuenta que se perdió la mayor parte del Summer Camp debido a una lesión en la uña. Pero es exactamente lo que necesitaba el club. Un pitcher que diera la cara y mostrara a los demás que hay con qué hacerle frente a la temporada.
Cahill ponchó a cuatro bateadores, caminó a uno. La velocidad de salida promedio contra los Angelinos fue de 83 mph, la segunda más baja de Cahill en cualquier inicio desde principios de 2019 y la cuarta más baja desde principios de 2018. Aún así le fue bien y supo controlar el bateo de los locales. El gran temor no era lo de Cahill. Los relevos y cerradores son los temerarios de los Giants.
Cahill tuvo ayuda en el plato. El jardinero derecho de los Gigantes, Mike Yastrzemski, comenzó el juego con el primer jonrón de apertura del marcador para darle a San Francisco una ventaja temprana. El primera base de los Angelinos, Tommy La Stella, empató el juego a uno con un jonrón solitario en la mitad inferior del marco. Todo apuntaba a una pesadilla nuevamente.
El jonrón de dos carreras de Pablo Sandoval en el segundo empujó a los Giants hacia adelante, y San Francisco agregó otra carrera con un sencillo productor de Brandon Belt en el tercero para poner el 4-1. El doble de dos carreras de Brandon Crawford en la quinta amplió la ventaja a 6-1. Terminó 2 de 5 con dos dobles.
Los Gigantes también también están viendo señales positivas de Sandoval. El veterano jugador de cuadro ingresó al juego del martes con una velocidad de salida promedio de 91.3 mph, que sería la más alta en cualquier temporada rastreada por Statcast desde 2015.
Mauricio Dubón ingresó a cerrar la defensiva de los Giants antes que ocurriera nuevamente otra remontada. Es mas que evidente la desconfianza en los relevos y cerradores de San Francisco.
