FIFA impide inscribir en España a un niño rumano sin la firma de sus padres, que lo dejaron en un orfanato
Madrid, España. | Agencias |
Empezó a jugar al fútbol en el orfanato rumano de Bistrita, allí donde su madre biológica le abandonó en un córner sin público y le dejó en flagrante fuera de juego. Un niño, un fuera de juego y una pelota. De eso va esta crónica con partido de ida y vuelta, comienza la nota el diario El Mundo de España.
La ida: tenía dos meses cuando le dejaron tirado. La vuelta: tiene 13 años ahora que han vuelto a hacerlo.
Porque cuando habíamos conseguido que el chico se duerma sin necesidad de que le enciendan la luz; porque cuando por fin estaba olvidando todas esas heridas inciso-contusas de una infancia que no nos está permitido contar, una norma de la FIFA le ha dejado sin poder jugar en su equipo de fútbol. Nada de en el Atlético de Madrid o en el Real. Nada de en el Rayo o en el Barcelona. Sino en un equipito de barrio.
Llamaremos al menor E. O., su equipo es (era) la Peña Madridista 3.000 Goles de Alcorcón, tiene 13 años, está en acogimiento permanente con una pareja madrileña desde 2012 y esta es la historia de un balón desinflado: iba a ser un crack mundial (como todos los niños) y ya sabe lo que es un offside como ninguno.
Al chico le podían haber quitado la televisión, los álbumes de fútbol, el parchís con el que juega, los superhéroes, la serie de El Príncipe de Persia, arrancado los dientes que se lleva el ratón Pérez. Pero nunca alejarle del fútbol.
E. O. no puede jugar por el artículo 19.2 del Reglamento de la FIFA sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, que establece una serie de requisitos que un niño rumano abandonado por su madre a los dos meses de nacer en un orfanato de Bistrita no podrá cumplir jamás.
El máximo organismo del fútbol mundial exige un documento firmado por los padres biológicos, una fotocopia de los pasaportes paternos y, entre otros documentos, hasta una partida de nacimiento del menor que no existe. Ni una foto de la madre hay. Por esas razones, Begoña y David -cajera en una gasolinera ella, jardinero él, la pareja del Alcorcón que ultima la adopción del niño, presentaron sus papeles alternativos haciendo constar la tesitura excepcional del pequeño. Pero no sirvió de nada.
A la Peña Madridista 3.000 Goles este año decidieron federarlos y el entrenador les dio los impresos que había que llenar. El 20 de noviembre llegó la respuesta: que no podía ser inscrito. Él estaba superilusionado… A un adulto le puede parecer una tontería… Pero para él… para él no hay nada más importante en el mundo que esto.
Esto es un campito de juego sin gradas. Esto es un rectángulo cerrado. Esto es una derrota redonda. Hasta allí ha ido E. O. a ver sus ex compañeros una sola vez. Detrás del banquillo en día de partido oficial, como si fuera un aficionado que va a comer con un hermano pasado de peso. Mirando y en silencio. El amigo del número 16 a la espalda no va a volver a jugar en el equipo, ya les han dicho. No entienden los niños del equipo qué es lo que pasa.
Desde la Federación Madrileña de Fútbol -que estudió la inscripción- califican de rareza y remiten toda responsabilidad a la normativa FIFA. Es una faena para todos. Para el chico, para los clubes, para los padres, para nosotros. Pero es la ley. Una ley que se creó, recuerdan, cuando en los 90 estalló el escándalo de la trata de niños futbolistas en Italia, críos extranjeros que llegaban para militar en equipos aficionados y que acababan en las calles o pasto de clandestinidad.
De momento, este niño no jugará al deporte que le apasiona gracias a la normativa de la FIFA.
