Una vez más, fue Cristiano Ronaldo el ejecutor de un Atlético desconocido, que se convirtió en una máquina de perder balones en la primera mitad y que acabó hundido con cada pérdida tras la reanudación.
Y no fue porque el equipo rojiblanco no saliera con idea de plantar cara. Los rojiblancos trataron de dificultar la salida de balón de los de Zidane y lo consiguieron de salida, pero cavaron su tumba en cuanto el Real Madrid comenzó a encadenar saques de esquina y acciones a balón parado.
Los blancos acogotaron a los del ‘Cholo’, demasiado temerosos por el potencial aéreo blanco, y en una de tantas Casemiro pudo inventarse un centro-chut defectuoso que Cristiano envió de cabeza a la red. Como si lo del Valencia apenas hubiera sido un ensayo, el portugués buscó el balón y cabeceó en un calco de la acción en la que batió a Diego Alves hace un par de días. Sin embargo la acción vino precedida por una clara posición adelantada de Cristiano Ronaldo en la jugada previa, en la que el jugador luso sí participa y por lo tanto debió marcarse. No fue así y en la siguiente jugada, el delantero sentenció a Oblak.
Después de semejante inicio, el Atlético pudo darse con un canto en los dientes de llegar a los últimos minutos de la primera mitad con vida. Koke, Saúl y Gabi no tuvieron su día y Gameiro y Griezmann estuvieron aislados y desconectados durante todo el choque.
Sólo el ex del Sevilla tuvo opción de batir a Keylor en un buen pase a la espalda, pero controló mal y el costarricense evitó que Gameiro empujara a puerta vacía. Fue la única acción que pudo cambiar el choque, decantado ya por completo hacia el lado ‘merengue’ tras la reanudación.
El argentino se equivocó en los tres cambios y Zidane acertó en los suyos, poniéndole al partido un plus de lo que éste necesitaba con la entrada de Asensio y Lucas. Con todo, fue una acción aislada la que acabó por enviar al infierno al Atlético. Benzema porfió un balón que ni Godín ni Filipe Luis consiguieron despejar y Cristiano, de volea, ajustició a un Oblak que ya no pudo hacer nada.
El tercero llegó en un contragolpe de libro, con el Atlético rendido y más pendiente de buscar un gol imposible que de defender un resultado que ya de por sí era malísimo. Lo hizo, cómo no, Cristiano Ronaldo. El luso, en una segunda juventud inimaginable hace meses, estuvo en el sitio justo y en el momento oportuno y envió a la red tras gran asistencia de Lucas.
Severo castigo para un Atlético que, salvo un milagro a la altura del Barça-PSG, tendrá que ver a otro levantar la Champions. Como en Milán y Lisboa… y como en Berlín, cuando los blancos, también entonces, les enviaron a la lona en cuartos. Demasiadas similitudes y decepciones en tan poco tiempo.