Zagreb, Croacia. (EFE) – El orgullo de una Croacia luchadora y agresiva tumbó a España en Zagreb y la dejó rezando en casa por un empate en Wembley en la última jornada que le de el pase a la fase final de la Liga de las Naciones que no se ganó en el campo, condicionada por tres errores individuales, dos graves de David de Gea.
El todo o nada representaba un examen a la madurez de la España de Luis Enrique. Su inmaculado camino se torció cuando menos esperaba, frente a Inglaterra en Sevilla, víctima de graves errores y una mitad de total desconexión que costó cara. Provocó jugarse todo en casa de la subcampeona del mundo, una Croacia herida por seis goles que fueron puñales a un grupo exhausto tras el éxito mundialista.
Fue un equipo sin anclajes España, deshecho cuando Croacia atacó. Jordi Alba volvió a la siniestra, con Sergi Roberto en la derecha. En el eje defensivo, Ramos e Íñigo Martínez. Solvente parecía la apuesta de Luis Enrique, que acabó en desastre por culpa de los regalos. En cualquier competición, sea cual sea el rival, no se puede poner un lazo a cada gol del oponente.
Pronto se palpó lo que estaba por venir. España abusó del toque, aburrió en la primera mitad sin asomarse hasta el 44′ al arco de Kalinic. Croacia jugó su partido, esperó replegada para lanzar contragolpes que terminaron siendo letales.
La segunda parte fue una maravilla para el espectador neutral, no así para el español. Salió mejor ‘la Roja’, pero entre Ramos y Sergi Roberto se encargaron de mandar al traste el buen inicio. El primero le mandó un pase envenenado al barcelonista, que buscó la complejidad en la salida de balón. Lo perdió y Kramaric, en el mano a mano con De Gea, no perdonó.
La reacción fue instantánea. Ceballos inició con un taconazo, Aspas continuó e Isco devolvió para Ceballos, que solo tuvo que empujar. 1-1 y a resetear. Todo se descontroló y Aspas remató al larguero con Kalinic sentado en el verde. Eran minutos frenéticos, en los que España se lanzó a tumba abierta a por el 1-2. Lo que encontró, no obstante, fue el 2-1.
De nuevo por sus errores, otra vez por despistes imperdonables. Centro de Modric, De Gea que se queda ‘aguantando’ el larguero y Jedvaj, sin marcaje alguno, cabecea sin piedad. Recuperó la moral De Gea con un pie con el que salvó la sentencia ante Rebic, antes de que Morata cabeceara como un alevín a medio metro de la portería. Sacó un defensa bajo palos.
Vrsaljko regaló un penalti por dos manos consecutivas y Ramos, otra vez desde los once metros, devolvió las tablas. Movieron filas ambos entrenadores y, cuando todo olía a empate, Jedvaj consumó la mejor noche de su vida. Despiste generalizado, rechace al costado de De Gea y pasividad en la marca. El croata empujó y dejó a su país vivo y a España a expensas de un empate en Wembley.
