Manchester, Inglaterra. (AGE) – El Shakhtar Donetsk es un conjunto muy bien plantado, muy sólido y, sobre todo, muy orgulloso. Ya no es aquel temible Shakhtar que caminaba por Europa haciéndose un nombre en cada campo que hollaba, pero sigue siendo un adversario temible.
El City lo sabía, y le planteó un partido muy serio, sin menospreciar ni un momento a su rival. Eso sí, dominando el encuentro desde el primer minuto, sobre todo gracias a un eléctrico Leroy Sané.
Sin embargo, las ocasiones no se convirtieron en goles hasta la segunda parte. Nada más volver de los vestuarios, un error en la salida del balón del Shakhtar, quizá su único error de bulto hoy, se convirtió en el primer gol del partido.
Un contragolpe corto, aprovechando que los ‘mineros’ estaban saliendo de su campo, que culminó Kevin de Bruyne, a unos metros de la frontal, a pase de David Silva, el cerebro de este equipo.
El belga la pegó con todo el corazón, y le salió un zapatazo imparable para Pyatov. El gol dejó algo ‘tocado’ al Shakhtar, pero los ucranianos siguieron plantando cara a un City que quería más. Querían la sentencia los de Guardiola.
Y ésta estuvo a punto de llegar en el minuto 70. Un claro penalti que Sergio Agüero se dispuso a patear. Si lo marcaba, igualaría a una leyenda del club como es Eric Brook como máximo realizador de los ‘skyblue’.
Pero tenía esa mirada del delantero que va a fallar el penalti. Y lo hizo. Pyatov le adivinó las intenciones, voló y mandó a córner el balón. Un cuarto de hora más tarde se marchaba sustituido, eso sí, ovacionado por el Eithad. Un mal día lo tiene cualquiera.
Parecía que no se iba a sentenciar el partido, que iba a tocar sufrir, pero entonces apareció Raheem Sterling. Entró al poco de comenzar la segunda parte por un Gabriel Jesús cuya aportación hoy fue discreta, y resolvió el partido a pase de otro suplente, Bernardo Silva.
Tres puntos más para el City, y nada para el Shakhtar, porque en el fútbol no basta con plantar cara a Goliath para sumar.
