Barcelona, España. (HSI) – La prensa barcelonista ha utilizado bastante, durante las primera jornadas de la Liga, la expresión “fondo de armario” para loar la política de fichajes del equipo en la presente temporada. Tras un inicio de temporada desigual con goleadas efervescentes ante rivales menores y la sombra del tropiezo inexplicable ante el Alavés, el primer rival serio contra el que nos enfrentamos desinfló las expectativas de que este año tengamos algo más que once magníficos futbolistas para reparar la vergüenza de la undécima.
Un pinchazo y un proceso gripal desarmaron al equipo cuando manejaba con solvencia gris el enfrentamiento contra el Patético, odioso cooperador necesario de los últimos disgustos europeos de la culerada. En otros tiempos, estos duelos fueron sinónimo de espectáculo vibrante y goleadas inverosímiles; ahora, se trata de armarse de paciencia e intentar por todos los modos derribar el imponente muro de acero que solo flaquea en las grandes finales.
El obrero Rakitic salió al rescate del equipo ante las inexactitudes del Tridente. Un cabezazo a un medidísimo centro de Iniesta abrió la lata cuando se agotaba la primera parte. Parecía que el partido estaba controlado ante la inoperancia inofensiva de los de Simeone que, incluso, disputaban el balón sin las ansias de sangre que muestran en los años en los que consiguen llegar a finales y perderlas lastimosamente.
Sin embargo, diez minutos desgraciados dieron al traste con todas las expectativas. Busquets, aquejado por una gripe, dijo basta, y pidió el cambio. Era un buen día para reivindicar a uno de los fichajes de la temporada, el portugués Andre Gomes, quien mostró la gracilidad de un armario en su primer partido importante manejando el centro del campo. Siempre he defendido que me da más miedo una lesión de nuestro mediocentro que una del «Messías. Pero los dos de golpe, ya es irreparable por muchos millones de euros que se gasten en medianías del Valencia.
D10S se tocó el muslo y el Camp Nou enmudeció. Luis Enrique apostó por el hombre que secuestró a Arda Turan hace dos años y le suplanta en el campo, un escándalo de incapacidad policial demasiado poco comentado en la ciudad condal. Ese turco no está ni para servir kebabs en un puesto callejero del Barrio Gótico, imagínense un balón en condiciones. Nuevamente, la maldición del 7 se ceba con el equipo.
Fíjense, des de la salida de Figo ningún jugador ha triunfado con este dorsal: Alfonso, Saviola, Gudjohnsen, el Turco…. Solo Larson y David Villa pueden alegar no haber sido un fracaso absoluto y es innegable su aportación a dos temporadas gloriosas que culminaron con orejudas pero tampoco son mitos absolutos. En cuanto a Pedro, su declive coincide con el cambio de dorsal, el bueno es el que llevaba el 17.
Otra maldición a la que parece estamos condenados es a tener que seguir encomendándonos a Mascherano para reparar las puntuales cagadas defensivas de Piqué. El gol del Patético fue un compendio de patosidades de los dos centrales culminado por el tragicómico resbalón del «Jefecito», quien merece nuestro respeto eterno pero recordó a la clavada de Puyol ante Di Maria en la Copa del 2013 que marcó el inicio de su declive.
Las apariciones de Mascherano esta temporada se presumen esporádicas ante el fichaje de Umtiti, por el momento, el fichaje más acertado del verano aunque no viene a complementar el fondo de armario sino directamente a ocupar el lugar del todoterreno argentino. Al fin, el Barça tendrá un negro en la defensa para ejercer el rol de negro, un papel que ocuparon, con clamoroso éxito, los añorados y ya citados Puyol y Mascherano.
Por lo demás, el equipo acabará jugando con los de siempre mientras las lesiones lo permitan. El lateral derecho será Sergi Roberto quien tras ser vilipendiado durante tres años por la afición por su aparente falta de sustancia, se está consolidando como un excelente jugador, a solo 17 tatuajes de poder compararse con un Dani Alves crepuscular (el mejor Dani Alves le quedará siempre lejos); Denis Suárez deberá estar pendiente de los previsibles achaques de Iniesta y del mal carácter de Luis Enrique quien parece que ya lo ha señalado como poco fiable por irregular. Una pena, necesita minutos para explotar.
El resto, incluido Alcácer, deberán conformarse con seguir el desarrollo de la temporada desde lo más fondo del armario a la espera que un percance milagroso les conceda una oportunidad. Nos la volveremos a jugar con once. Como el año de Berlín.
