Atlético lo buscó pero el Real Madrid y Keylor se lo negaron para meterse en la final de la UCL
Madrid, España. (AGE) – Un Atlético de Madrid sabido de qué se jugaba, salió al engramado del Vicente Calderón a comerse al Real Madrid. Sin embargo el gol de Isco y el reloj, significaron una carga enorme para los del Cholo que igual dieron un gran juego en la despedida de su estadio.
Después de confirmar el 3-0 de la ida con una derrota por 2-1 en el Vicente Calderón, el equipo blanco confirmó su pase a la segunda final consecutiva de la Champions League.
Keylor Navas apareció cuando más lo necesitaba el Madrid. El 2-1 había aplacado al Atlético, pero hubo una ocasión que podría haber dado las últimas gotas de esperanza a los locales.
El portero del Real Madrid dejó sin gol a Carrasco y posteriormente a Gameiro, con dos intervenciones de mucho mérito ante sendos remates.
El comienzo mejoró el mejor guion previsto por el Atlético y el peor imaginado por el Real Madrid. Con una presión asfixiante, los del Cholo metieron en su área al Madrid y se pusieron 2-0 en un abrir y cerrar de ojos. Volvía el Atlético de siempre, ese que hacía un gol con media ocasión y que volvía a poner en su sitio al gran rival de la capital.
También volvían los palos al derbi, con golpes para todos los colores, violencia y hasta varias tarjetas perdonadas. Fue un verdadero milagro que ambos equipos acabaran con 11 después de lo visto en los primeros 20 minutos de juego.
Ya fuera porque el Atlético bajó el pistón para coger fuerzas tras el 2-0 o porque el equipo blanco consiguió imponerse en el centro del campo tras el mal inicio, lo cierto es que el Real Madrid comenzó a cogerle el tono al partido en el último cuarto de hora de la primera mitad.
Vigilados de cerca Isco, Modric y hasta Cristiano, un invitado inesperado se coló por sorpresa en la fiesta del choque. Benzema recibió en un saque de banda junto a la línea de fondo y, cuando estaba encimado por tres rivales, se inventó un regate estratosférico para colarse y cederle el gol en bandeja a Kroos. El alemán falló el tiro -gran parada de Oblak-, pero Isco no perdonó a diez palmos de la línea de gol para poner el 2-1.
Era la última acción de la primera mitad. Suficiente para que el Madrid se serenara y tuviera tranquilidad en la segunda parte.
Ocasiones hubo para que el equipo rojiblanco le hubiera podido poner algo de picante al partido, fundamentalmente por el costado de un paupérrimo Danilo, pero Keylor Navas reaccionó cuando tuvo que hacerlo y el choque murió lentamente sin que el Madrid quisiera hacer demasiado daño.
Un adiós Real que pone a los blancos en su sitio de los últimos años, la final de la Champions, y al rival de la capital en el lugar en el que le corresponde a un equipo único: dejándose la vida, ganando pese a la eliminación y siendo ovacionado por una afición entregada.
