Un doblete de Theo Walcott en cinco minutos cuando apenas había pasado media hora de encuentro hizo que la euforia se apoderase de las gradas del Emirates Stadium. Nada más lejos de la realidad.
Sigurdsson puso tensión al partido cuando recortó distancias para el Swansea antes del descanso. Con 2-1, un resultado más corto de lo que parecía que iba a ser, ambos equipos se fueron a los vestuarios.
Porque la ventaja pudo haber sido mayor, mucho mayor. Mustafi estrelló un balón en la madera antes del minuto quince, y lo que pudo ser un más que cómodo 3-0 resultó ser un molesto 2-1.
Mesut Özil amplió distancias en la reanudación, cuando embocó un pase de Alexis Sánchez. Ahora sí que parecía que el partido estaba cerrado, ¿no? Pues no, Borja Bastón tenía algo que decir.
El delantero español entró en el minuto 62, reemplazando a Britton, y necesitó cuatro minutos para volver a poner a los ‘swans’ a un gol del empate. El nerviosismo se apoderó del Arsenal, y le pasó factura.
Xhaka terminó de arreglar la faena recibiendo una roja directa tras realizar una falta innecesaria, infantil, sobre Barrow, cuando el futbolista del Swansea se le escapaba por la banda.
Zancadilla, más bien patada, por detrás, sin posibilidad de jugar el balón. A la calle y el Arsenal, a aguantar veinte minutos con un hombre menos.
Pero los ‘gunners’ aguantaron el arreón final del Swansea, y se llevaron tres disputados puntos que les aúpan hasta la segunda plaza, gracias al empate del Tottenham, y les permite empatar a puntos, 19, con el líder, el City.
El Swansea, por contra, se mete en zona de descenso, y podría ser penúltimo al término de la jornada si el West Ham puntuase. Sólo suma cuatro puntos en ocho jornadas.