Este Chelsea no es el de siempre, pero eso ya no pilla por sorpresa a nadie. El conjunto de Conte, pese a jugar en un Stamford Bridge abarrotado y nostálgico de buen fútbol, salió con complejos para recibir al descarado cuadro de Klopp.
Y, entre tanto ímpetu de los ‘reds’, los locales se vieron sobrepasados. El peligro comenzó a llegar al área ‘blue’ desde las bandas. Sturride y Mané, siempre amenazantes, le pusieron el picante necesario a un partido que, de haber sido por el Chelsea, ni se hubiera jugado.
Pero, pese al continuo asedio de los atacantes del cuadro de Merseyside, no fue otro sino un defensa el que adelantó al Liverpool. Lovren aprovechó un centro magistral que Coutinho puso desde su casa y, ante la pasividad de la defensa local, remató a placer.
El gol pareció reactivar a un Chelsea que tiró de coraje justo tras recibir el primer ‘palo’. Pero, ante la calidad del rival, no valen solo las ganas. Sus ataques eran totalmente predecibles y la defensa del Liverpool secaba todo el atisbo de peligro que realizaban los de Conte.
Y, justo cuando los locales se notaban más crecidos, surgió el segundo gol. Henderson, desde unos 30 metros, se sacó un zapatazo potentísimo y con rosca que se coló por la escuadra izquierda de Courtois. Un verdadero gol de genio con el que el Liverpool se iba al descanso con una renta de dos goles.
La segunda mitad apenas tuvo nada que contar. El Chelsea se hizo con el control del balón pero rara vez llegaban con claridad a la línea de los tres cuartos.
El tanto ‘blue’ llegó por medio de Diego Costa. El ariete aprovechó una jugada individual exquisita de Matic, que le sirvió el tanto en bandeja de plata, para recortar distancias. Pero el único que recortó distancias fue el Liverpool, que con sus tres puntos asalta el cuarto puesto de la tabla, igualado con el Chelsea (tercero) y el Everton (segundo).